segunda-feira, 16 de setembro de 2013

Castas, razas, etnias. Circulación intercontinental de conceptos y personas

STALLAERT, C. (2011) In: K. Vanden Berghe (ed.), El retorno de los galeones. Literatura, arte, cultural popular, historia. Frankfurt/Main: Peter Lang, 77-94. ISBN-13 9789052016733 / ISBN-10 9052016739

Shadi Ghadirian
Resumen:
Partiendo del concepto de ‘casticismo’ como vertebrador de las identidades colectivas y la construcción nacional en España (véase C. Stallaert, Etnogénesis y etnicidad en España, Barcelona, 1998) pretendemos examinar la vigencia y transformación de dicho concepto para el análisis de la ‘hispanidad’ en un contexto actual de globalización, marcado por la circulación de personas (particularmente, los flujos inmigratorios transatlánticos) y productos culturales. Nos centramos en el estudio de las fiestas tradicionales del barrio madrileño de Lavapies, para ilustrar el proceso de ‘transculturación’ del casticismo hispánico en el periodo comprendido entre el V Centenario (1992) y el Bicentenario (2008/2010).

El casticismo y la etnogénesis española

En nuestro estudio Etnogénesis y etnicidad en España (1998) hemos definido el casticismo como eje vertebrador de las identidades colectivas en España, no sólo a nivel nacional sino también regional y local. La voz está derivada de ‘casta”, que, de acuerdo con el Diccionario de la lengua española (Espasa-Calpe, 2005), significa ‘generación, estirpe, linaje, ascendencia’, definición que la convierte asimismo en sinómino de ‘raza’1. En una segunda acepción, ‘casta’ significa ‘parte de los habitantes de una sociedad que forma clase especial, sin mezclarse con los demás’, acepción para la cual el diccionario ofrece como ejemplo ‘casta de los brahmanes’, ejemplo que resulta significativo como se verá más delante. Por fin, ‘casta’ significa también ‘condición o calidad: de buena casta’. En cuanto al adjetivo ‘castizo’, la definición hace hincapié en la ausencia de mezcla, en lo genuino, particularmente con referencia a lo madrileño o lo andaluz2.

El proyecto imperialista permitió a España exportar su ideal casticista a medida que iba incorporando nuevos territorios a su imperio. Una vez exportado a otros continentes, el concepto de ‘casta’ con el tiempo se fue emancipando de su contexto ibérico para adoptar nuevos significados más acordes con los nuevos contextos sociales en los que fue introducido. Exportado tanto al continente americano como a Asia, sería en este último donde la palabra "casta" quedaría de nuevo domesticada como expresión de la particularidad sociológica de la sociedad hindú3. El hecho de que la teorización socioantropológica tomara como referencia de la sociedad de castas a la sociedad hindú dejó a la antropología ibérica despojada de una de sus herramientas conceptuales más importantes para la interpretación de las relaciones interétnicas y raciales. Efectivamente, ante los problemas conceptuales que suscitaba, muchos historiadores prefirieron abandonar por completo el término de casta en sus análisis de la España medieval y Moderna, llegando incluso a la conclusión de que en la España medieval las castas no habían existido. Lo que hubo eran minorías, comunidades, por algunos definidas en términos religiosos, por otros en términos culturales.
Sin embargo, en los últimos decenios, mientras que los historiadores españoles seguían escrupulosamente fieles a la tradición weberiana y dumontiana en cuanto al concepto de casta, la sociología hindú imbuida del nuevo marco interpretativo poscolonial volvió a poner en libertad el término secuestrado: debido a su origen exótico, in casu ibérico, la noción de "casta" no era más que el producto del discurso colonialista y resultaba inadecuada para describir a la sociedad hindú4. El concepto terminó siendo rechazado como una invención o constructo importado por un poder colonial. Gracias a la crítica poscolonialista, el concepto de casta se liberó de sus amarras y pudo regresar al redil ibérico.

Si bien la reflexión en torno al ‘casticismo’ no estuvo ausente del debate de los intelectuales españoles sobre ‘el ser de España’ (pensemos en los escritos de Miguel de Unamuno, o la polémica entre Américo Castro y Sánchez Albornoz), este concepto jamás se llegó a definir claramente como instrumento científico para el estudio antropológico de la etnicidad en un contexto ibérico. Hemos intentado colmar esta laguna en nuestro libro Etnogénesis y etnicidad en España (1998). En el presente texto, después de presentar brevemente nuestra definición del ‘casticismo’, intentaremos mostrar la relevancia de este concepto para el análisis de las identidades ‘hispánicas’ en un contexto de globalización marcado por la circulación de personas (migraciones) y productos (e.o. los conceptos culturales).

Con fines de análisis antropológico definimos el concepto de ‘casta’ en su sentido histórico como sinónimo de ‘nación’ y de ‘raza’ (ambas también tomadas en su acepción etimológica) y de ahí de ‘grupo étnico’. ‘Castizo’ se dice del linaje étnicamente limpio. A lo largo del proceso de etnogénesis que tuvo lugar en la Península ibérica a partir de la época de la reconquista, este término fue adquiriendo la acepción restringida de ‘no contaminado de sangre mora o judía’. ‘Casticismo’ se emplea como sinónimo de ‘calidad castiza de una persona o de un linaje’, de ‘ideal de una ascendencia étnicamente limpia’ y también de ‘identificación con o reivindicación de este ideal’. Casticismo es, en este sentido, sinónimo de etnicismo y de etnicidad aplicados a la situación específica de la Península Ibérica. En la etnogénesis peninsular, el grupo religioso de nacimiento fue determinante de la identidad étnica. El casticismo se centraba, pues, en la pureza etnorreligiosa. Desde el punto de vista cristianoviejo esto significaba un cristianismo biológicamente puro, medido en primer lugar por la ausencia de sangre musulmana o judía. El símbolo por antonomasia del casticismo es Santiago ‘Matamoros’, patrón de España.

Centrándonos en el casticismo, la etnogénesis en tierras ibéricas se deja leer como una larga secuencia de exclusiones, empezando por la expulsión de los judíos en 1492 hasta los ‘rojos’ republicanos en la Guerra Civil y el régimen franquista. El secular proceso de construcción de la España imperial bajo el signo del nacionalcatolicismo resultó en un doloroso y obstinado proceso de limpieza étnica no exento de prácticas genocidales. El proyecto, finalmente, fracasó en su objetivo. La muerte de Franco vino acompañada de la muerte del nacionalcatolicismo como doctrina de estado, una doctrina que el dictador había calificado en las Cortes en 1944 como un ‘traje a nuestra medida, español y castizo’.

Abstracción hecha de tales referencias políticas a lo ‘castizo’ como quintaesencia de lo español, en el uso popular el calificativo de ‘castizo’ quedó restringido a la población y el habla de ciertos barrios históricos de Madrid. El giro hacia la democracia trajo para España, a partir de 1975, el reconocimiento de la diversidad ideológica, lingüístico-cultural, y hasta nacional (para lo cual se forjó el concepto de ‘nacionalidades’ por oposición a la ‘nación’). En las dos últimas décadas la diversidad endógena peninsular se vio enriquecida por la afluencia de inmigrantes africanos y latinoamericanos además de asiáticos. En Madrid fueron precisamente los barrios más ‘castizos’ los primeros receptores de la población inmigrante.

Si tomamos el año 1492 como referencia, el desarrollo que conoció el ‘casticismo’ hispánico en el Nuevo Mundo fue muy diferente del que tuvo en el Viejo Continente a partir de la misma fecha. En España, 1492 marca el inicio de la progresiva apropiación de lo ‘castizo’ por una sola de las castas o grupos etnorreligiosos que habían convivido en suelo peninsular durante la Edad Media. Lo castizo se convirtió en prerrogativa de los cristianos étnicamente limpios, es decir, los cristianos viejos. En América, al contrario, el casticismo fue ‘resemantizado’ al compás de la imparable proliferación de las ‘castas’. De simbolizar la pureza étnica (o etnorreligiosa), las castas se convierten en sinónimo de mezcla, en categoría conceptual no para significar categorías sociales estancas y herméticas, sino para dar fe de un proceso dinámico de mestizaje, cuya meta final siglos más tarde podía ser interpretada como la ‘quinta raza’ o ‘raza cósmica’. En el Nuevo Mundo, las ‘castas’ traducen el estado de ‘nepantilismo’5 étnico al que la empresa colonial expuso aquellas tierras, arrastrándolas en una espiral siempre inconclusa de hibridaciones, que por su fuerza subversiva llegaron a sacudir la jerarquía de valores establecidos. Así, en la nueva realidad humana de la sociedad colonial americana, lo ‘castizo’ se reviste de un valor original,. muy alejado de la obsesión con la pureza étnica peninsular. La categoría del ‘castizo’ en América coincide se sitúa en el estado intermedio entre la condición de mestizo y el de ‘español’6. En las colonias, este último se averigua como un estatuto étnico ‘recuperable’, gracias a una posibilidad de ‘blanqueo’ impensable en la Península ibérica, donde la pérdida de la limpieza étnica siempre fue considerada definitiva e irreparable.

En un texto de 1971, el antropólogo Julian Pitt-Rivers7 reconstruye el periplo del término ‘casta’ y sus sucesivas resemantizaciones desde su origen ibérico hasta su adopción en el Nuevo Mundo. Quisiéramos ahondar en la senda explorada por Julian Pitt-Rivers incorporando a su análisis las recientes transformaciones de la sociedad española posteriores a la publicación de su texto. Los estudios de la globalización y del poscolonialismo ofrecen a este respecto nuevos conceptos útiles, como los de ‘ethnoscape’ e ‘ideoscape’, acuñados por Arjun Appadurai para dar cuenta de los flujos diaspóricos de personas (migraciones) y productos culturales. Como destaca Appadurai, en nuestro mundo globalizado las trayectorias seguidas por tales personas y productos culturales se han vuelto cada vez menos isomórficas8. El movimiento diaspórico disyuntivo hace que los conceptos que conforman un ‘ideoscape’ se han incrustado en nuevos contextos creando caleidoscopios terminológicos. Appadurai diferencia entre la ‘genealogía’ de las formas culturales, definida como su circulación geográfica, y la ‘historia’ de las mismas, definida como el proceso de su domesticación en una práctica local. Establecer la relación entre historia y genealogía supone ‘una sensibilidad hacia las actualizaciones de la ‘longue durée y su producción de geografías específicas tanto reales como imaginadas’ (2008:17).

Con aplicación al concepto de ‘casticismo’ establecer el vínculo entre historia y genealogía nos transporta de un marco colonial a otro de-colonial, definido este último desde el punto de vista de la antigua colonia como ‘un diálogo con el pasado colonial y no simplemente el desmantelamiento de los hábitos o modos de vida coloniales’ (Appadurai 2008:89). En el presente texto, nuestro análisis se centra en el estudio de fiestas, cuyo interés antropológico reside en que son a la vez instrumento político y expresión popular de la cohesión social. Desde el punto de vista del proyecto ‘casticista’ y la construcción de la ‘hispanidad’ cabe destacar una fiesta particularmente relevante, a saber, el Corpus Christi. En la historia de la Hispanidad, esta efeméride, símbolo de la construcción de un proyecto identitario y político común desde el ‘centro’, se ha visto salpicada de erupciones de disensión y rebelión en la ‘periferia’ revelándose, pues, como una fecha políticamente sensible. Mencionemos a modo de ejemplo la rebelión de 1578 en Amberes o la de los ‘Segadores’ en Cataluña el año 1640, ambas el día del Corpus Christi y dirigidas desde la ‘periferia’ contra el ‘centro’ del poder imperial.

En cuanto a la celebración del Corpus Christi en su relación con los valores ‘casticistas’ que vertebraron el ‘imperio hispánico’, el centro simbólico siempre fue y sigue siendo Toledo, sede de la Iglesia española desde tiempos visigodos y marcapasos histórico del casticismo peninsular centrado en un ideal de pureza étnica y, por lo tanto, reacio a lo híbrido periférico9. Veamos, pues, a través de un análisis de fiestas, cómo se define el ‘casticismo’ en el encuentro actual de centro y periferia en un contexto de globalización y, específicamente, de ‘neohispanoamericanización’, entendida como el encuentro de España y América en un nuevo contexto de post/de-colonialidad, globalización, migraciones y procesos globales de comodificación cultural. Obviamente se trata de un proceso bidireccional aunque de flujos transnacionales desiguales. Mientras que en dirección a España predominan los flujos de personas (migraciones), los flujos de España a América son, ante todo, financieros y comerciales. Ambos flujos fueron activados a raíz del giro neo-liberal que tranformó las estructuras económicas de España en la década de los noventa. Por un lado, las empresas estatales - como Telefónica o Repsol- una vez privatizadas no tardaron en transformarse en importantes jugadores en el mercado hispanoamericano. Mientras tanto, el crecimiento de la economía española y la acuciante necesidad de mano de obra abrió las puertas a una inmigración que se puede tildar de ‘salvaje’ por el ritmo espectacular de entrada de personas, la mayoría de ellas en situación ‘irregular’ o no documentada. Tal proceso resultó en la reactivación del sistema migratorio transatlántico, situando a los inmigrantes iberoamericanos a la cabeza de la población extranjera en España. Concretamente, para la Comunidad de Madrid, las cifras de 2008 arrojan 46% de iberoamericanos sobre el total de extranjeros10. Se ha contrastado la relativa ‘invisibilidad’ de la llegada de inmigrantes latinoamericanos con la de magrebíes y subsaharianos, mucho más mediatizada a pesar de su menor peso demográfico (tan sólo el 12% de los extranjeros en la Comunidad de Madrid según las cifras de 2008). Estas diferencias de percepción hacia ambas categorías de inmigrantes y el futuro estatus de ‘inmigrantes preferidos’11 de los iberoamericanos ya estaban anunciados en la primera Ley de Extranjería de 1985 que establecía categorías preferenciales para la naturalización en función de una mayor afinidad cultural y lingüística. Aparte de magrebíes y latinoamericanos, los asiáticos llegaron a ocupar, de forma casi imperceptible, un lugar estratégico en la economía inmigrante de las grandes ciudades españolas.

En Madrid, fue en el barrio de Lavapiés donde tempranamente llegaron a encontrarse estos flujos humanos provinientes de Africa, América y Asia. Si en el habla popular y en la acepción académica del termino, lo ‘castizo’ se llegó a identificar con lo propiamente madrileño cuyas tradiciones se mantienen vivas precisamente en el barrio de Lavapiés, nos interesa examinar cómo la presencia tan significativa de inmigrantes ha incidido en las últimas décadas en la transmisión y conservación de lo ‘castizo’. Confrontaremos nuestro análisis de Lavapiés con la fiesta de Corpus Christi en Toledo, epicentro histórico y celoso guardián del ‘casticismo’ peninsular. Si el ‘casticismo’ conforma el núcleo conceptual de lo hispánico, cómo se ‘traduce’ este valor en un contexto actual de ‘neohispanoamericanización’ del antiguo centro del imperio y de inserción caleidoscópica del casticismo (pos)colonial americano en el casticismo doméstico peninsular. ¿Cabe hablar de ‘neo-casticismo’, es decir, una nueva transconceptualización por efecto de la globalización? Asistimos, probablemente, a un periodo de transición, y el análisis sacará a la luz la tensión actual entre dos modelos de sociedad, por una parte, la ‘celular’ – propia de la era globalizada caracterizada por redes y flujos transfronterizos disyuntivos- y, por otra, la ‘vertebrada’ – vestigio nostálgico del ideal de Estado-Nación-12. Como escribe Appadurai (2006:25):

The modern system of nation-states is the most marked case of a vertebrate structure, for though nations thrive on their stories of difference and singularity, the system of nation-states works only because of its underlying assumption of an international order, guaranteed by a variety of norms, not least the norms of war itself. […] The systems of nation-states has relied from the start on a system of semiotic recognition and communication, composed of such simple items as flags, stamps, and airlines and by much more complex systems such as those of consulates, ambassadors, and other mutual forms of recognition. Such vertebrate systems, of which the system of nation-states may be the largest and most extensive in scale, are not necessarily centralized or hierarchical. But they are fundamentally premised on a finite set of coordinated, regulative norms and signals.

Appadurai (2006:21) sintetiza la actual tensión entre el modelo celular y el vertebrado recurriendo a una metáfora que, como veremos, viene totalmente al caso para nuestro análisis: Modern nation-states recognize their common belonging to the vertebrate world and, like the last dinosaurs, see that they are in a desperate struggle for survival as a global formation.

Como se verá, en estos tiempos de reconceptualización del casticismo más acorde con la globalización, Toledo aparece como el escenario de la lucha por la supervivencia de los últimos dinosaurios de la ‘España vertebrada’.

Las fiestas de Lavapiés: lo castizo como cadena de hibridaciones

Desde 1978 venimos observando las fiestas patronales del mes de agosto en las parroquias de San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma del barrio de Lavapiés. Durante estas tres últimas décadas, y como hemos señalado antes, el barrio ha conocido una profunda transformación tanto humana como urbanística. De ser uno de los escenarios de la ‘movida madrileña’ en los años de la Transición, Lavapiés se convirtió en un barrio típicamente inmigrante sembrado de comercios chinos, cafetines morunos y locutorios latinoamericanos. Prestigiosos proyectos urbanísticos, como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía o la renovación del Teatro Olimpia inyectaron una dinámica de ‘gentrificación’ en el barrio, pretendiendo contrarrestar los efectos más negativos de las políticas neo-liberales que habían acarreado una inmigración marginada y desenfrenada.

Las fiestas del barrio se caracterizan por un tipismo madrileño definido como ‘castizo’. El programa de actividades reboza de alusiones a este calificativo ya sea en referencia a la música y los bailes como a los trajes típicos. Tanto el análisis histórico como una observación contemporánea permiten ver, sin embargo, cómo lo ‘castizo’ madrileño es el producto de una larga cadena de hibridaciones culturales y mestizajes humanos. La página web oficial de las fiestas nos recuerda que Lavapiés fue ‘la judería madrileña y vivienda de moriscos’, es decir, el barrio menos ortodoxo en términos del casticismo peninsular:

San Lorenzo: el 10 de agosto, se celebra con procesión (desde la iglesia del mismo nombre a partir de las 20,00 horas) y verbenas en el cogollo de Lavapiés, en lo que fue la judería madrileña y vivienda de moriscos. En concreto, los judíos y más tarde los conversos ocuparon este barrio. Cuenta la tradición que la iglesia de San Lorenzo fue edificada sobre la sinagoga judía por el propio pueblo.
Fuente: http://www.fiestas-de-madrid.com

Los concursos de ‘trajes castizos’ cuentan ya con la participación de los nuevos habitantes del barrio, dando fe de la gran capacidad de integración que siempre ha mostrado la capital hacia los venidos de fuera (en los años 60 los inmigrantes internos procedentes de las áreas rurales del país). Esta dimensión integradora se ve reflejada en el siguiente comentario en internet con relación a los ‘trajes castizos’:

Contemplar a grupos de chulapos y de goyescos esperando en un semáforo, tomando churros o jugando al fútbol es muy curioso y divertidísimo. A mí personalmente me emociona ver que ciudadanos peruanos, chinos, senegaleses, ecuatorianos y de otros muchos lugares que residen en Madrid, están de visita o tienen hijos ya españoles luzcan divertidos o con orgullo también estos trajes. Para mí esto simboliza aquello que más me gusta de Madrid: su capacidad de recibir a todos con los brazos abiertos. Madrid es de quien la viva, quien la sufra y quien la quiera.

Más que de una nueva realidad, se trata de la expresión de ‘lo castizo’ periférico (por oposición a lo castizo ‘ortodoxo’ del centro), elaborado por una cadena ininterrumpida de hibridaciones y mestizajes históricos. La zarzuela de la Virgen de la Paloma, cuya letra se recoge en el programa de fiestas para anunciar el concurso de mantones acompañado de ‘música castiza’ no deja lugar a dudas:

Por ser la Virgen / de la Paloma, / un mantón de la China-na, / China-na, te voy a regalar. / Toma un churrito, / mi niña, toma, / y no seas endina-na, dina-na, / que me vas a matar.
Si los mantones tradicionalmente ya venían de China, no resultó una incongruencia enriquecer, a partir de 2005, el calendario de fiestas de Lavapiés con la celebración del Año Nuevo chino dando protagonismo a la importante colonia china que se había asentado en el barrio. La página web de fiestas nos informa sobre la presencia china en el barrio de Lavapiés:

Lavapiés cuenta con unos 2000 chinos de los 70000 declarados que viven en España. Estos inmigrantes gestionan unos 300 comercios de electrónica, bazares, alimentación y sobretodo de textiles. Desde hace unos años el barrio organiza (mediante la Asociación de Comerciantes Chinos de España y la Asociación de Vecinos La Corrala) el Festival del Año Nuevo Chino como una fiesta más del barrio donde están invitados todos los vecinos y resto de madrileños. Es una fiesta muy interesante y la mezcla de chinos, castizos, árabes y africanos la convierte en algo mucho más multicultural que el Forum de Barcelona.
Fuente: http://www.fiestas-de-madrid.com/lavapies-ano-nuevo-chino.htm

Varios aspectos de esta fiesta china resultan totalmente familiares de la tradición festiva española, como es el uso de la pirotecnia y la ‘mascletá’, las calles engalanadas con farolillos, el reparto de mandarinas como símbolo de la suerte y la prosperidad, o la lucha entre el Bien y el Mal, simbolizada por las ‘danzas del dragón’, además del uso del color rojo para asustar al demonio13.

Sin embargo, por orden del alcalde ‘popular’ Gallardón, esta ‘neotradición’ madrileña pronto fue evacuada del espacio público, muy en contra de la voluntad de las Asociaciones de Vecinos y de Comerciantes Chinos de Lavapiés. Desde 2006 la fiesta se celebra en recinto cerrado, en el nuevo centro de congresos y eventos de Telefónica Arena inaugurado en 2005. Esta política de fiestas simboliza el curso neo-liberal del Ayuntamiento de Madrid en estrecha colaboración con el sector privado. Las asociaciones de vecinos denuncian que, mientras que las fiestas populares son evacuadas de la calle, el propio Ayuntamiento ‘no duda en vender la Plaza Mayor y Colón a toda clase de actos comerciales, promociones o manifas de sectores próximos’14. Después de comentar brevemente la fiesta del Corpus Christi de Toledo, veremos en función de qué intereses.

El Corpus Christi de Toledo: Representación de la sociedad vertebrada

El caso de Lavapiés, secular laboratorio de mestizajes anunciadores de la nueva ‘sociedad celular’ contrasta con Toledo, donde se sigue representando cada año la gran fiesta de la ‘sociedad vertebrada’. El Corpus Christi exalta a la Nación como un organismo vivo y jerárquicamente estructurado, como un cuerpo cuya cabeza es Cristo y sus miembros las distintas corporaciones sociales, representadas ante todo por las congregaciones religiosas, las fuerzas armadas, las autoridades civiles y eclesiáticas y los sectores más ‘castizos’ de la sociedad civil (los Caballeros mozárabes, los niños y niñas de la Primera Comunión, la Adoración Eucarística Perpetua, etc.). El orden del cortejo está rigurosamente establecido por el protocolo de la fiesta, en función de su cercanía a la Custodia, verdadero protagonista procesal15. Desde el punto de vista de la preocupación etnorreligiosa, el Corpus Christi celebra lo ‘castizo’ recobrado, la victoria de lo cristianoviejo sobre las minorías contaminantes.

En este espacio limitado no cabe reconstruir la historia de esta fiesta religiosa cuyos orígenes se hallan en Lieja a principios del siglo XIII y que llega a su punto culminante en la época barroca. Con respecto a España, esta fiesta cobró especial relevancia como instrumento político de la construcción imperial. Disponemos de descripciones del Corpus Christi en Nueva España, pocos años después de la conquista del imperio azteca, o en la ciudad de Cuzco, donde la fiesta del Corpus Christi vino a suplantar al Inti Raymi. Un estudio detallado podría demostrar cómo la secuenciación espaciotemporal de esta fiesta en el ámbito hispánico corre parejas con el proceso de vertebración versus desintegración de la España imperial, tal y como lo describió en 1921 Ortega y Gasset en su obra España invertebrada:

Entonces veríamos que de 1580 hasta el día cuanto en España acontece es decadencia y desintegración. El proceso incorporativo va en crecimiento hasta Felipe II. El año vigésimo de su reinado puede considerarse como la divisoria de los destinos peininsulares. Hasta su cima, la historia de España es ascendente y acumulativa; desde ella hacia nosotros, la historia de España es decadente y dispersiva. El proceso de desintegración avanza en rigoroso orden de la periferia al centro. Primero se desprenden los Países Bajos y el Milanesado; luego, Nápoles. A principios del siglo XIX se separan las grandes provincias ultramarinas, y a fins de él, las colonias menores de América y Extremo Oriente. En 1900, el cuerpo español ha vuelto a su nativa desnudez peninsular. ¿Termina con esto la desintegración? Será casualidad, pero el despredimiento de las últimas posesiones ultramarinas parece ser la señal para el cominezo de la dispersión intrapeninsular. En 1900 se empieza a oír el rumor de regionalismos, nacionalismos, separatismos...
(Ortega y Gasset, España invertebrada, 1984:57)

Hoy en día los sectores más intransigentes de la Iglesia española aprovechan el protagonismo que les otorga la fiesta del Corpus Christi para denunciar la política del gobierno (socialista), que, según ellos, fomenta la desintegración de España. En los últimos años, los cardenales Rouco (arzobispo de Madrid) y Cañizares (arzobispo de Toledo y primado de España) han venido reiterando en homilías y cartas pastorales su visión apocalíptica de la nación española, amenazada de muerte por el ‘laicismo’ imperante y la ‘falta de libertad religiosa’.

‘Todos somos conscientes de la situación delicada que vivimos. A nadie se le oculta el proyecto de sociedad, de cultura que se está llevando a la práctica en medio nuestro. Os lo decía en la Carta Pastoral de comienzo de año. Desgraciadamente los hechos me están dando la razón en el diagnóstico que hacía en septiembre. El laicismo, la quiebra de unos principios y criterios de juicio para el comportamiento moral de la sociedad, la erradicación de nuestras raíces cristianas, la configuración de un nuevo régimen, la preterición de una historia común compartida, los problemas doctrinales, la disidencia de sectores eclesiales es todo un conjunto que reclama el que nos pongamos al frente del rebaño como buenos pastores y defendamos, hasta con el sacrificio de nuestras personas, a ese rebaño que se nos ha confiado, y les proporcionemos los alimentos necesarios y los llevemos a las fuentes de agua viva que pueda saciar la sed de nuestras gentes, sobre todo de los jóvenes, los más necesitados’.
(‘El cardenal Cañizares cree que en España se está configurando un nuevo régimen’, El País, 12/04/2006)

En julio de 2006, Cañizares se pronunció públicamente en contra de la descentralización del país, considerando que la autodeterminación llevaba a perder la "identidad cristiana" y que "Las comunidades que pidan una especie de autodeterminación o una autodeterminación plena tendrán que buscar unas señas de identidad que ya no será la identidad cristiana porque ésta es unificadora"16. Un mes antes, el cardenal Rouco había pedido en una carta pastoral que en todas las misas se ‘rezara por la unidad de España’17.

En 2008, la fiesta del Corpus Christi se vio salpicada por la polémica entre las autoridades políticas de Toledo (con un Ayuntamiento socialista) y la Iglesia en torno al festival callejero que tradicionalmente acompaña la fiesta. La polémica es ilustrativa de una tensión más profunda a escala nacional, entre los que quieren mantener vivo el modelo de España como sociedad vertebrada, basado en la unión entre ‘nación’ y religión católica, y los que admiten la nueva realidad social de una España plurinacional y globalizada. Concretamente, en la edición de 2008 de la fiesta del Corpus, la crispación surgió en torno a un espectáculo callejero que el Ayuntamiento de Toledo había encargado a la compañía madrileña ‘Morboria Teatro’. Ésta había escenificado una alegoría pagana del Corpus, a modo de cabalgata o Danza de la Muerte medieval con diferentes personajes, entre ellos monjes, obispos, prostitutas, esqueletos y una imagen de la Virgen. El hecho de que la cabalgata alegórica pasara por el mismo recorrido procesional era visto por las autoridades eclesiásticas como un acto de profanación del espacio sagrado. En la homilía del domingo del Corpus, el cardenal arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, acusó al gobierno de ‘agredir la fiesta del cuerpo de cristo’ y de no respetar la libertad religiosa.18 A lo cual la concejala de festejos replicaba que ‘no est[áb]amos en la Inquisición’19. El rechazo al elemento pagano ha sido característico de los momentos de tensión en la vertebración de España como Estado-nación, y las vicisitudes por las que ha pasado la fiesta del Corpus Christi refleja esta realidad. Durante el franquismo, la fiesta se centró en la celebración religiosa, llegándose a prohibir (o por lo menos marginar) las manifestaciones lúdicas de raíz pagana, como la presencia de la tarasca en forma de dragón.

La forja de un nuevo ‘ethno/ideoscape’ hispánico: ¿hacia el neo-casticismo?

La intransigencia de la Iglesia española y la acritud de su reacción en esta polémica son características de un sentimiento de derrota y de nostalgia por una España ‘nacional-católica’ que ha dejado de existir. En este enfrentamiento entre ‘dos Españas’, la España ortodoxa y sagrada, defensora del casticismo peninsular, se opone a la nueva España ‘real’, diversa, cosmopolita y mestiza, que en vez del eterno ‘choque’ propugna la ‘alianza de civilizaciones’. Frente a la lucha secular de España contra ‘el dragón de las siete cabezas’, contra el ‘síndrome de la mitad enferma’ que requiere siempre nuevas amputaciones del cuerpo nacional20, la España del siglo XXI quiere ser incluyente, dispuesta a integrar los elementos paganos y heterodoxos que aporta la nueva diversidad humana que conforma la sociedad. Lo que ‘Toledo’ (en cuanto símbolo del casticismo hispánico más rancio) excluye, ‘Madrid’ lo abraza y transculturiza, en un movimiento que podemos tildar de ‘carnavalización’ de la hispanidad. Por supuesto, todo ello no exento de una estrategia neoliberal de posicionamiento en el mercado global. No por nada el lema con el que Madrid compite por la sede de los Juegos Olímpicos en 2016 reza ‘Madrid es tolerante’. Los elementos paganos que el Corpus Christi de Toledo se empeña en excluir, reciben un puesto de honor en el carnaval de Madrid, um carnaval en vías de neohispanoamericanización y abierto a las aportaciones desde las márgenes del antiguo imperio colonial. Entre los numerosos ejemplos podemos citar la presencia en el carnaval de Madrid de los Diablos Danzantes de Yare (Venezuela), ingrediente tradicional pagano de la festividad del Corpus Christi de la ciudad venezolana y ritual mágico-religioso que representa el triunfo del bien sobre el mal.

Desde la polémica celebración del V Centenario en 1992 al actual Bicentenario, las relaciones transatlánticas se han modificado profundamente, y con ellas el ‘ethno-‘ e ‘ideoscape’ de la Hispanidad. Otra fiesta emblemática del proyecto hispánico, a saber, el 12 de octubre - Día de la Raza o de la Hispanidad  nos ayuda a poner al descubierto estos cambios.

Aunque la idea de celebrar la identidad común de los ‘hispanos’ de uno y otro lado del Atlántico se remonta a finales del siglo XIX, fue durante la época franquista, en pleno nacionalcatolicismo, cuando el 12 de octubre – día de Colón o del descubrimiento, además de la Virgen del Pilar - se convierte oficialmente en fiesta nacional. Esta fiesta, organizada por el Ministerio de Defensa, exalta el patriotismo articulado en torno a tres ingredientes íntimamente vinculados: la nación (o ‘raza’), la religión y el militarismo. El acto central de la fiesta es el desfile de las Fuerzas Armadas por el centro de Madrid.

Hoy en día, la imagen etnocéntrica y confesional de la nación española representada por tal desfile resulta obviamente un anacronismo y una falta de sensibilidad hacia la realidad actual de la Hispanidad, tanto dentro como fuera de las fronteras de España. Lamentándose de que el proceso de la Transición democrática no llegara a evacuar estos referentes de la Fiesta Nacional, Pedro Carasa, en un texto de 2005, observa que21, ...estos tópicos religiosos, etnocentristas, militares, raciales y patrióticos sobre España que ha acuñado la fiesta del Pilar a lo largo de los siglos representan exactamente el reverso de la manera de definirnos que tenemos los españoles en la actualidad. España ha conseguido sacudirse por fin el clericalismo, el paternalismo americanista, el militarismo que subyuga a la sociedad civil, o el complejo de superioridad sobre Iberoamérica y todo Occidente. Hoy nos consideramos un país laico, civilista, pacifista, consciente de nuestras responsabilidades y obligaciones con Latinoamérica, compuesto por una ciudadanía libre, democrática y autónoma. Un país europeo con estas características tiene necesidad de encontrar unos símbolos nuevos con que festejar su identidad, ha de inventar unos iconos civiles diferentes que nos sirvan para celebrar nuestra convivencia ciudadana, debe hallar unas representaciones conmemorativas adaptadas a nuestras exigencias participativas, autonómicas y democráticas. Es evidente que ninguno de los referentes con los que está cargado, mejor diríamos lastrado, el 12 de Octubre nos sirven para este nuevo propósito de una Fiesta Nacional laica, ciudadana, civilista, pacifista y solidaria entre las Autonomías. No es de recibo a estas alturas proponer una Fiesta Nacional organizada por el Ministerio de Defensa cuyo acto central sea un desfile militar, que mucha gente confunde con el Día de las Fuerzas Armadas.

Estas observaciones, que traducen un sentir más generalizado en la sociedad española, se ven parcialmente respondidas por una nueva iniciativa que surgió en 2007, en preparación de los actos conmemorativos del Bicentenario de las Independencias. Paralelamente a la celebración oficial del Día de la Hispanidad con el tradicional desfile de las Fuerzas Armadas, la Casa América de Madrid creó para esta ocasión el Festival VivAmérica, cuya apoteosis es una marcha popular y lúdica por las avenidas céntricas de la ciudad el mismo día 12 de octubre. Tal y como explica la directora de Casa América, Al hacer una marcha el mismo día del desfile militar, a una hora distinta, no pretendemos competir con nadie. Simplemente queremos desmitificar, romper con tabúes y también con visiones oscurantistas sobre el tema. Planteamos algo más básico, más amplio: celebrar la presencia de Iberoamérica en España y que Madrid se convierta, gracias a esa apertura, en capital iberoamericana.22

Entre las ‘visiones oscurantistas’ que denuncia, está el ‘Día de la Raza’ en México, planteado como ‘un repudio a la invasión’. La directora de Casa América propone sustituir la lectura excluyente de ‘víctimas y culpables’ por ‘una imagen de conjunto, de suma de vivencias, lazos, raíces y origen’. A esta nueva imagen no le convienen ya los manidos conceptos de Día de la Hispanidad o Día de la Raza: ‘Creo que el Día de Iberoamérica es un concepto infinitamente más plural y atractivo para el contexto actual’23. Una vez más es la ciudad de Madrid la que mejor se presta como escenario para celebrar una identidad ‘postcasticista’ y neohispanoamericana:

Es cierto que muchos de esos pueblos se sienten marginados en su relación con España. Pero no parece positivo aportar más polémica, sino al contrario, hay que crear una vía nueva, contar como un todo a Iberoamérica. Esa doble vía ya es necesaria. Convivimos con una riqueza cultural que vemos todos los días en la calle, en el metro, en los trabajos, pero aún no la terminamos de conocer.

Quizás porque los propios nuevos habitantes de Madrid se ven como algo residual, poco protegido y en segundo plano. Hay que empezar a ver las cosas en su justa medida: la inmigración no es solo un fenómeno a destacar, sino una presencia diaria, un aporte económico y cultural importante. Esta conmemoración debe ser una ocasión para ver el rostro de Iberoamérica sin maquillaje y descubrir sus mejores facciones. (...) en Madrid da igual de donde vengas, si te quedas aquí, formas parte de esta ciudad. Ese el sentido de una comunidad iberoamericana. (…) a inmigración es una realidad que nos afecta a todos. Asumir que la sociedad cambia, como cambió también cuando los españoles emigraron. Es más difícil para unos que para otros, pero es una realidad que hay que afrontarla.24

Con relación a la primera edición de esta neotradición de la Hispanidad en 2007, la web de la comunidad mexicana en España ofrece la siguiente descripción:

El 12 de octubre es una fecha importante en el calendario de Iberoamérica puesto que se celebra la llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, iniciando el desembarco europeo y marcando lo que sería la colonización del nuevo continente. […] Este año España, a través de diferentes instancias culturales y políticas, ha decidido crear el festival VivAmérica que pretende ser un punto de encuentro cultural, político y social de los pueblos iberoamericanos instituyendo una cita anual y convertir Madrid en una referencia obligada para la celebración del 12 de octubre. Incluso algunos, como la embajadora de Colombia en España, han ido más allá al definir este festival como “el festival del orgullo del emigrante latinoamericano.

La segunda edición del festival VivAmérica, en 2008, consagra plenamente la carnavalización de lo ‘iberoamericano’, concepto que vino a sustituir al de ‘Hispanidad’ y que ofrece la ventaja de incluir a Brasil. La web de Casa América, entidad coordinadora del evento, ofrece un videoclip de ‘La Marcha’ con una banda sonora cuya letra reza:‘El presente es lo único que tenemos, el presente es lo único que hay’25. En esta edición de 2008, el festival se celebraba simultáneamente en tres puntos de la geografía de la ‘Hispanidad’, a saber, en Madrid, Tenerife y Bogotá. La preeminencia de referentes culturales brasileños salta a la vista, en forma de banderas, música y baile. Si el cartel del festival en 2007 evocaba elementos aztecas y españoles, el cartel de 2008 exhibe un exotismo tropical descarado: vegetación, frutas y tambores, con en el centro del cartel un loro tocando la guitarra.

A través del tradicional desfile de las Fuerzas Armadas, en la fiesta del 12 de octubre el viejo casticismo hispánico sobrevive de forma residual. Sin embargo, -al igual que lo ‘castizo’ madrileño del barrio de Lavapiés- las profundas transformaciones que ha acarreado el nuevo orden neoliberal dinamizando flujos de personas y productos culturales acabaron sacudiendo los cimientos de la identidad española invirtiendo las relaciones entre centro y periferia colonial. Para dar forma al nuevo ethno-/ideoscape de una identidad neo/post-castiza se ampliaron las fronteras geográficas y culturales de la Hispanidad dando cabida a la identidad carnavalesca brasileña y aprovechando su capacidad antropófaga con relación a las identidades estancas y puras. En un manifiesto precursor de lo que en las últimas décadas hemos aprendido a reconocer como ‘poscolonial’, Oswaldo de Andrade había destacado ya en 1928, la capacidad antropófaga de los ‘subalternos’ periféricos con relación al centro imperial. ‘Nunca fomos catequizados. Fizemos foi Carnaval. O índio vestido de senador do Império’, afirmó en su Manifesto Antropófago,26 recordando que el carnaval es ‘el acontecimiento religioso de la raza’27.

Frente al ‘ethno/ideoscape’ tradicional del casticismo, basado en la religión y la pureza étnica y orientado hacia el pasado (la conservación de la tradición), se está construyendo un nuevo complejo integrado por valores alternativos como el mestizaje, el presentismo, la abolición de las fronteras y de la relación dicotómica entre centro y periferia. El neo- o poscasticismo, que se está labrando en Madrid está en consonancia con el casticismo transculturado importado desde la periferia del antiguo imperio por los inmigrantes latinoamericanos y se adecúa al nuevo modelo de sociedad ‘celular’, en ruptura con la sociedad vertebrada, que – como los últimos dinosaurios  da sus últimos coletazos agónicos en Toledo, centro ‘des-centrado’ del imperio nacionalcatólico.

Pero no nos engañemos: los galeones no sólo retornan a España. Todavía España sigue mandándolos a América y la estrategia de redefinición de la Hispanidad con los nuevos valores que hemos destacado no está inspirada por motivos caritativos. Al contrario, obedece claramente a una política neoliberal de mercado. El fin de tal estrategia no es el interés humano por el nuevo ‘madrileño’ de origen latinoamericano, sino el posicionamiento de las empresas multinacionales españolas en el mercado iberoamericano (en el que Brasil ocupa un lugar central). Basta con fijarnos en las empresas patrocinadoras del festival VivAmérica entre las que destacan Repsol y Telefónica. De ahí que no queda del todo claro si conviene hablar de post- o, más bien, de neo-casticismo. Al fin y al cabo, ¿quién canibaliza a quién en esta ‘carnavalización’ de la Hispanidad: las ex colonias a la Madre Patria, o viceversa?

Notas:
1 raza : biol. Cada uno de los grupos en que se subdividen algunas especies zoológicas y cuyos caracteres diferenciales se perpetúan por herencia: raza negra,blanca; Casta o condición de origen; linaje: raza de valientes; de raza loc. adj. [Animal] de origen genético seleccionado: perro de raza (Diccionario de la lengua española (Espasa-Calpe, 2005).
2 castizo, za : adj. y s. Que posee los caracteres peculiares y típicos de un lugar, una raza o una actividad: taberna castiza; [Lenguaje] puro, sin mezcla de rasgos o vocablos ajenos a él; [Persona] graciosa y ocurrente, en especial aplicado a madrileños y andaluces: en la zarzuela aparecen personajes auténticamente castizos (Diccionario de la lengua española (Espasa-Calpe, 2005). El sustantivo ‘casticismo’ queda definido como: 1) Apego a lo castizo en las costumbres y modales, y 2) Actitud de los que al hablar o escribir evitan los extranjerismos y prefieren el empleo de voces y giros de su propia lengua, incluso aquellos que ya no se usan.
3 "Caste became the essence of Indian culture and civilization through historical process, under colonial rule" (Dirks 1992:9) .
4 Véase Stallaert, 2006.
5 Concepto acuñado por Miguel León-Portilla, con referencia a Diego Durán, Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme (1579).
6 En la clasificación étnica de la Nueva España en el siglo XVIII, el producto híbrido nacido de español e india era ‘mestizo’, la mezcla de mestizo y española daba ‘castizo’, mientras que castizo y española significaba la vuelta a lo ‘español’.
7 Julian Pitt-Rivers (1971), ‘On the Word Caste’, en: T.O. Beidelman (ed.), The Translation of Culture: Essays to E.E. Evans-Pritchard.
8 Appadurai, Modernity at Large. Cultural dimensions of Globalization, 2008 (first edition: 1996), p.37. El sufijo ‘–scape’ evoca una distribución transnacional de elementos correlacionados, ya sean personas (‘ethnoscape’), ideas (‘ideoscape’), tecnologías (‘technoscape’) etc.
9 Fue en la ciudad de Toledo donde en 1449 se decretó la Sentencia-Estatuto y se adoptó en 1557, por instigación del arzobispo de Toledo, el cardenal Silíceo, el Estatuto de limpieza de sangre para el cabildo catedralicio. Ambas fechas fueron hitos decisivos en la evolución del casticismo peninsular caracterizado por un progresivo exclusivismo acompañado de medidas discriminatorias hacia los cristianos nuevos, es decir, los étnicamente impuros (véase Stallaert, Etnogénesis y etnicidad en España, 1998).
10 ‘Distribución de la población extranjera por continentes. Enero 2008 / Mayo 2008’, Observatorio de Inmigración – Centro de Estudios y Datos. Comunidad de Madrid.
11 Véase Antonio Izquierdo Escribano, Diego López de Lera & Raquel Martínez Buján, ‘The favorites of the Twenty-First Century: Latin American Immigration in Spain’, en: Studi Emigrazione / Migration Studies, XXX, n°149, 2003, 98-124.
12 Véase Appadurai, Fear of Small Numbers, 2006, 21-31.
13 Para una descripción véase: www.avvlacorrala.org
14 Fuente: http://www.fiestas-de-madrid.com/lavapies-ano-nuevo-chino.htm
15 Para una descripción de la procesión, véase la web oficial: http://www.corpuschristitoledo.es/; también: http://www.toledoaldia.com/corpus_toledo.htm
16 Entrevista publicada en la revista Humanitas y citada en El País, 30/07/2006, ‘Cañizares dice que la autodeterminación daña la identidad cristiana’.
17 ‘Rouco pide a los sacerdotes de Madrid que inviten a los fieles a rezar por España en las misas. Una carta de la archidiócesis pide que se ore por la unidad de España y la paz’, El País, 30/06/2006.
18 ‘La chispa prendió en Toledo’, El País, 26/05/2008; véase también: ‘El ala dura de la Conferencia Episcopal impone intransigencia frente al Gobierno. Los cardenales Rouco y Cañizares aprovechan la festividad del Corpus para denunciar que en España ‘no hay libertad religiosa’ y que se quiere ‘declarar la muerte de Dios’ ’, El País, 26/05/2008
19 Diariocrítico/Agencias, 26/05/2008.
25 Véase: http://www.youtube.com/watch?v=rxbbi0s61u0&feature=related
26 Manifesto antropófago, Oswaldo de Andrade, Em Piratininga Ano 374 da Deglutição do Bispo Sardinha." (Revista de Antropofagia, Ano 1, No. 1, maio de 1928.).
27 Manifesto Pau-Brasil, 1924: ‘O Carnaval no Rio é o acontecimento religioso da raça. Pau-Brasil. Wagner submerge ante os cordões de Botafogo. Bárbaro e nosso. A formação étnica rica. Riqueza vegetal. O minério. A cozinha. O vatapá, o ouro e a dança.’

Bibliografía:
Appadurai, Arjun (2006) Fear of Small Numbers, Durham & London: Duke University Press.
Appadurai, Arjun (2008) Modernity at Large. Cultural dimensions of Globalization (first edition: 1996). University of Minnesota Press.
Izquierdo Escribano, Antonio, Diego López de Lera & Raquel Martínez Buján, ‘The favorites of the Twenty-First Century: Latin American Immigration in Spain’, en: Studi Emigrazione / Migration Studies, XXX, n°149, 2003, 98-124.
Ortega y Gasset, José (1984), España invertebrada, Madrid: Espasa-Calpe.
Pitt-Rivers, Julian (1973) "On the Word 'Caste'" en: BEIDELMAN, Thomas O. (ed.) The Translation of Culture. Essays to E.E. Evans-Pritchard. London: Tavistock Publications (1a. edición: 1971), 231-256.
Stallaert, Christiane (1998) Etnogénesis y etnicidad en España. Una aproximación histórico-antropológica al casticismo. Barcelona: Anthropos / Proyecto A.
Stallaert, Christiane (2006) Ni una gota de sangre impura. La España inquisitorial y la Alemania nazi cara a cara. Barcelona: Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores.

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